Por Esteban Moscariello, Ejecutivo Comercial en DRC – Clarin Rural.


Brasil no para de crecer en los volúmenes de sus distintos productos agropecuarios. En el caso del maíz, por ejemplo, la cosecha prácticamente se duplicó en los últimos 10 años.

En la campaña 22/23 llegarían a 120 millones de toneladas: una cantidad similar a lo que se alcanza en la Argentina entre ese cereal, la soja y el trigo.

Con una fuerte demanda, precios altos a nivel nacional e internacional y una incertidumbre prácticamente inexistente sobre la disponibilidad de fertilizantes, se espera que aumente la producción de maíz de Brasil. Las estimaciones para la próxima campaña prevén que la superficie sembrada alcance un nuevo récord, según un informe adjunto del Departamento de Agricultura Extranjera (FAS) del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés).

La proyección del área de maíz para 2022/23 es de 22,5 millones de hectáreas contra los 21,7 millones en 2021/22. La producción se prevé en 120 millones de toneladas contra 116 millones de toneladas de este año.

Las exportaciones de maíz de Brasil se proyectan en 46,5 millones de toneladas en 2022/23, 2 millones de toneladas más que en 2021/22, debido a la expectativa de una cosecha récord y una alta demanda internacional.

Los datos sugieren que el país sudamericano está en camino de exportar alrededor de 37,5 millones de toneladas este año 2022, un 80% más que en 2021.

Las exportaciones de maíz de Brasil aumentaron un 221% en la primera mitad de 2022, ya que los importadores buscan reemplazar el maíz ucraniano que no llega al mercado debido a la guerra en curso con Rusia.

En el podio de los ranking mundiales

Brasil es el tercer mayor productor mundial de maíz y el segundo mayor exportador de maíz. Dado que la producción se expandió más rápido que la demanda interna de alimentos y forrajes, los atractivos precios de exportación trasladaron la mayor parte del aumento de la producción a mayores exportaciones.

Las exportaciones de Brasil pueden recibir un impulso mayor con el acuerdo recientemente firmado entre los gobiernos de Brasil y China, que prevé la venta de maíz brasileño al país asiático una vez que se cumplan los requisitos fitosanitarios.

El 87% del comercio mundial de maíz está en manos de cuatro países: EE.UU., Brasil, Ucrania y Argentina. Según el USDA, el mercado mundial de maíz 2022/23 se prevé en 183 millones de toneladas y proyecta exportaciones de 61 millones toneladas para EE.UU., 46,5 millones toneladas para Brasil, 41 millones de toneladas para Argentina y 9 millones de toneladas para Ucrania contra 24 millones de toneladas previas al conflicto e invasión. El crecimiento de las exportaciones de maíz de EE.UU. a China fue de 316% para la campaña 2020/2021.

China no importa maíz de Argentina ni de Brasil por cuestiones fitosanitarias. Pero Brasil ha llegado a un acuerdo con China para exportar maíz antes de fin de año, si bien autoridades brasileñas estiman que no sería posible hasta el 2023. China importaba cerca de 10 millones de toneladas de maíz de Ucrania y necesita encontrar un origen que sustituya a este país.

Las perspectivas de exportación de maíz a corto plazo de Brasil se ven reforzadas por un protocolo que permitiría las ventas a China. Esta es una oportunidad que Argentina no parece estar negociando ni anticipando en bloque como Mercosur. Estamos mirando otra película.

Las exportaciones de Brasil pueden recibir un impulso con este acuerdo recientemente firmado entre los gobiernos de Brasil y China, que prevé la venta de maíz brasileño al país asiático una vez que se cumplan los requisitos fitosanitarios.

El interés de China en buscar materializar la diversificación de proveedores para atender sus necesidades, con el aumento del consumo de granos en el nuevo modelo de producción porcina, y la escasez del mercado internacional con la ausencia de Ucrania, dando oportunidad a esta negociación.

Si hace unos 35 años atrás discutíamos en cualquier mesa de “trading” de la exportación que Brasil iba a llegar a esta situación productiva con el maíz, no le dábamos crédito porque ese lugar estaba reservado exclusivamente a nuestra producción y expansión del cereal en Argentina.

Pasado el tiempo, vemos cómo políticas públicas y económicas erradas nos dejan en un lugar marginal en lo productivo y cómo con políticas anti exportación, anti sector privado y anti productivas no logramos crecer, producir y exportar más. No somos confiables para el mundo y tenemos que revertir esta situación.

La culpa no es externa ni de otros, nosotros somos los únicos responsables de seguir perdiendo oportunidades que el mundo nos da en bandeja. Es imposible crecer con una economía cerrada al mundo. La oportunidad que tenemos en este escenario mundial es muy importante y en este caso, Brasil lo está aprovechando.

Durante los primeros 12 años de gobierno del matrimonio Kirchner tuvimos la menor área de maíz de nuestra historia y la más baja en gramíneas y esta situación hizo que surgiera, entre otros, Ucrania como una potencia productiva. No son los demás que son mejores, somos nosotros que arruinamos todo. 

En el futuro hay espacio para que el maíz sea tan importante en el mercado externo argentino como hoy lo es la soja, pero para eso tenemos que aumentar sustancialmente los niveles de producción para poder seguir exportando.

El agro es fuente de alimentos y energía y en nuestro país tiene un gran potencial, que debemos saber apreciar. Queda mucho por hacer para aprovechar al máximo nuestras oportunidades y capacidades. Este es momento de pensar en la productividad como la clave para enfrentar escenarios futuros. El primer paso es reconocer con orgullo lo bueno que tenemos.

La importancia de la región es predominante en el contexto mundial de la exportación de materias primas. Esta preponderancia debe ser acompañada por políticas económicas que apoyen al sector productivo y no lo asfixien. Tenemos que lograr pensarnos y proyectarnos como bloque regional.

POR ESTEBAN MOSCARIELLO EJECUTIVO COMERCIAL EN DIAZ RIGANTI CEREALES S.R.L. / CLARIN RURAL